martes, 15 de noviembre de 2005

Sin esperanza

Augusto, de 14 años, perdió sus piernas por este mal y por presunta negligencia médica. El médico Darío González Burgos los atendió en la Clínica San Borja.

Padres del menor exigen a las autoridades una investigación exhaustiva del caso.

Este 25 de noviembre, Augusto Maldonado Ausejo debe cumplir 14 años, pero sus padres no saben si tendrá fuerzas para celebrar. Ha perdido sus dos piernas. Tiene cáncer generalizado y los médicos señalan que no hay esperanzas. Su familia cree que todo se debe a una negligencia médica y exige justicia.

Viernes 17 de abril de 2004. Después de más de un mes de angustia, llegó el diagnóstico final: cáncer al hueso. Entonces, Augusto tenía 12 años.

Beatriz y Alfonso, sus padres, no podían creerlo. Semanas atrás, el pequeño había pasado sus vacaciones jugando básquet en su barrio, ubicado en Chaclacayo.

El dolor leve en el muslo izquierdo que sentía era, en realidad, el aviso de que un cáncer muy agresivo había comenzado a atacarlo.

Todo empezó el 8 de marzo de 2004, cuando los Maldonado acudieron a la Clínica San Borja. El médico Darío González Burgos los atendió y pidió un examen de resonancia magnética y una ecografía. Los resultados señalaban un probable cáncer al hueso. Tenía un tumor en el muslo izquierdo. Se pidió una biopsia.

Cinco días después, se programó la biopsia en la clínica del Instituto Nacional de Enfermedades Neoplásicas (INEN) -donde también labora González-. El galeno se comprometió a operar a Augusto junto con un traumatólogo, pero este último profesional no apareció. Al culminar, González aseguró que había extirpado todo el tumor y que el quiste no había logrado dañar ni el hueso ni los músculos. No fue cierto.

Luego se supo que había sacado parte del tumor, fragmentos del hueso y de la médula para el análisis. En tres semanas, los padres recibieron del laboratorio del hospital cinco diagnósticos distintos. Todos errados. Un mes después, llevaron muestras del tejido a dos laboratorios de Lima y a un hospital de los Estados Unidos. Estaba claro: era cáncer al hueso.

Hasta ese día, Augusto no había recibido tratamiento y el mal se extendió con una rapidez increíble. Vino lo peor: largas sesiones de quimioterapia, dolor insoportable, lágrimas y desesperación.

El 12 de mayo de 2004, a Augusto tuvieron que amputarle la pierna izquierda, y ocho meses después le extirparon un tumor del pulmón.

INDIFERENCIA
Para entonces, el padre del menor ya había denunciando los graves errores que consideraba que se cometieron en la biopsia y en el tratamiento de su hijo. La familia está convencida de que esta mala praxis provocó el avance del mal. "No se investigó nada, dijeron que el procedimiento fue correcto y que se demoraron porque no pagué a tiempo y porque mi hijo llegó con cáncer avanzado, lo cual es mentira. Desembolsé todo el dinero que exigieron", dice indignado.

Según el informe de la Oficina de Transparencia y Defensoría de Salud del Ministerio de Salud, hay indicios de irregularidades. Una comisión de la Contraloría está investigando.

Perú.21 solicitó entrevistar al médico involucrado. Voceros del INEN anunciaron que no daría declaraciones.

CONDENADO
Augusto siguió con quimioterapia y, cuando parecía que mejoraba (incluso lo matricularon otra vez en el colegio), reapareció el dolor. El 13 de mayo le amputaron la otra pierna. Luego aparecería un tumor en el hígado, otro en la columna y dos más en el pulmón. Está condenado a muerte.

Atrás quedaron las quimioterapias y las radioterapias, las operaciones y las pastillas. Depende de la morfina. Solo así calma su dolor físico, pues no hay drogas para el dolor del alma.

fuente: Perú 21.pe