miércoles, 11 de febrero de 2004

Mala Práctica Estética

Sandra y Claudia viajaron a Tacna en busca del cuerpo que soñaban. Sin embargo, luego de una cirugía express que las tuvo al borde de la muerte, los resultados distaron mucho de lo esperado. Seis meses después buscan ayuda médica para tratar de mejorar el daño en sus abdómenes.

Sandra La Barrera y Claudia Urra, son madre e hija. Vienen a Santiago para ver si pueden revertir el daño que llevan en sus cuerpos. Su historia hizo noticia hace algunos meses cuando en la ciudad peruana de Tacna les practicaron cirugías para reducir sus abdómenes.

Casi mueren a consecuencia de las graves heridas provocadas por un médico peruano. En Santiago han acudido a la fundación del doctor Héctor Valdés en busca de ayuda médica especializada. Ambas tienen la esperanza de que puedan borrar las secuelas de la errada cirugía.

Seis meses demoraron en recuperarse de las graves heridas... ya sus vidas están a salvo, pero las secuelas siguen a la vista. Gruesas y deformes cicatrices cruzan el abdomen de Claudia junto a múltiples estrías que no fueron eliminadas en la cirugía en Tacna. Estas finalmente son unas de las tantas cirugías ofrecidas como procedimientos rápidos, transitorios, a veces ambulatorios... lo que se llama cirugía light, señala el Dr. Valdés al referirse al caso de estas dos mujeres, y agrega: Yo siempre digo, una cirugía light es un resultado light...
La situación de Sandra es similar a la de su hija. Su abdomen está irregular y en la zona del ombligo se ve una oscura y gran cicatriz. Ante la posibilidad de reparar en parte el daño el Dr. Valdés advierte: Obviamente las expectativas de una cirugía secundaria nunca son como cuando se hace por primera vez. En este caso el ombligo está extremadamente cerrado, hay un desnivel importante y una cicatriz ancha. Aunque va a mejorar, no será con el grado de perfección de cuando se hace por primera vez.

El equipo médico intentará reparar las secuelas en Sandra y Claudia con nuevas cirugías. Pero sus tejidos internos y externos están muy dañados, por lo que es difícil aventurar un resultado. Para ellas ésta es la única esperanza de empezar a dejar atrás la pesadilla que comenzó el 11 de febrero de 2004.

Aquel verano Sandra y Claudia llegaron en auto hasta Arica para cruzar la frontera en un taxi hasta Tacna. Estaban ansiosas. Con una cámara que llevaban, se dedicaron a grabar esos momentos felices... la misma cámara registraría días después el horror en que estuvieron sumidas.

Iban con la ilusión de volver con una mejor figura. Sandra siempre soñó con ser más delgada y su hija Claudia quería eliminar las estrías que múltiples subidas y bajadas de peso le habían dejado en el cuerpo.

Al llegar a Tacna se encontraron con una gran oferta de médicos y con gente que, incluso en la calle, promocionaba operaciones estéticas a un tercio de lo que valen en Chile. Al recordar esos momentos Claudia reconoce que no dudaron en cuanto a la idoneidad de quien las operaría: Nos dio confianza... fuimos a ver igual a varios médicos y nos dio confianza.

Al respecto, el Dr. Dante González, Presidente de la Sociedad Chilena de Cirugía Plástica y Reconstructiva advierte: Desconfía un poco del marketeo, de estas propagandas que salen en las revistas de mujer, con páginas enteras y sesiones pagadas, ofreciendo cosas maravillosas en poco tiempo: rápidas, cirugías express, cirugías lights. Todas esas cosas marketeadas son para desconfiar...
En la consulta, el doctor peruano les mostró algunas fotografías y les prometió dejarlas con el cuerpo que soñaban. El precio: 800 mil pesos por las dos abdominoplastías. Ellas confiaron en la palabra del profesional y no dudaron ni de sus capacidades ni de la seguridad del lugar.

Nunca pensaron que el paso que estaban a punto de dar pondría en serio riesgo sus vidas. Sin embargo, no se trataba ni de una clínica ni tampoco de un hospital. No contaba con el personal ni el equipamiento suficiente para realizar una abdominoplastía, operación que además requiere de cuidados postoperatorios.


Sobre este tipo de operaciones, el Dr. Juan Luis Castro, Presidente del Colegio Médico de Chile señala: Es fundamental que exista un buen pabellón quirúrgico que tenga condiciones de asepsia básicas. En ese sentido resulta impresentable pensar que la gente se pueda operar en la camilla del médico... una operación tiene que ser en un pabellón, con la ropa quirúrgica, con un procedimiento de lavado de manos, con ayudantes, arsenalera, pabellonera...
Producto de la anestesia, Sandra y Claudia no tienen recuerdo de la operación. Sólo saben que el doctor estaba acompañado de dos o tres personas más, y que luego de aproximadamente tres horas de intervención, fue él mismo quien las llevó al hotel en que se alojaban.

No hubo cuidados post operatorios, aunque claramente necesitaban atención médica. Al llegar al hospedaje estaban débiles y aún tenían instalados los drenajes que ellas mismas debían manipular. A pesar de los dolores lograron registrar con su cámara la situación que vivieron, abandonadas en el hotel.
Constantemente debían limpiar el material purulento que salía de las heridas y ensuciaba los parches. Además, los controles médicos eran irregulares: el doctor las visitaba sólo una vez al día y les aplicaba medicamentos para aliviar el dolor.

Cuando llevaban tres días padeciendo las dolorosas molestias de la cirugía y sospechando lo peor decidieron ellas mismas sacarse los parches y ver cómo habían quedado. Ahí fue cuando vi mi cicatriz y le reclamé a él por lo que me había hecho -recuerda Sandra- Por lo que yo había visto en la tele, otras cirugías, esa no era una cirugía, era igual que partir a un animal.

Ambas quedaron impresionadas al descubrir sus cuerpos y dimensionar el riesgo que corrían sus vidas. Ubicaron al doctor que las operó, quién les dijo que todo estaba bajo control. Obviamente no le creyeron. Los puntos se habían soltado y las deformes heridas semiabiertas cruzaban sus abdómenes.
Las dos lloramos porque no podíamos hacer nada. Nosotras le pagamos a él para que nos hiciera algo bien y por lo que nos hizo no es para pegarle, es para matarlo, señala Claudia.

Una semana después de la cirugía las mujeres seguían abandonadas en la pieza del hotel. La situación se hacía cada vez más crítica pues ya no les quedaba dinero para pagar el hospedaje y las heridas seguían abiertas y supurando materia. No estaban en condiciones de viajar.

A los 10 días, y apenas recuperaron un poco de fuerzas, le exigieron al médico que les devolviera parte del dinero. Obtuvieron 110 mil pesos de los 800 mil que habían pagado y con eso emprendieron el viaje de vuelta a Chile.

El 23 de febrero llegaron a Arica, tomaron el auto de Sandra y ella misma, adolorida y afiebrada, manejó hasta Antofagasta. Al llegar, madre e hija acudieron al Hospital Regional de la ciudad, donde les curaron las heridas y recibieron tratamiento para controlar la infección.

Buscando una reparación para sus cuerpos
Lograron llegar a tiempo para salvar sus vidas, sin embargo, quedaron las secuelas que seis meses después intentará reparar el equipo médico que ahora las atiende en Santiago. Tanto a Sandra como a su hija les practicarán una cirugía reparadora.

El doctor Héctor Valdés ha decidido operar primero a Claudia y la preparan para dar inicio a la operación. El primer paso será hacer una lipoaspiración y luego una nueva abdominoplastía, con el objetivo de eliminar la gruesa e irregular cicatriz de su abdomen.

Tras la cirugía practicada en Tacna se formó en el interior del abdomen de Claudia una capa de fibrosis, es decir, tejido dañado con poca irrigación sanguínea que podría dificultar la cicatrización de la nueva operación.
Claudia estará durante las próximas horas en recuperación bajo estricto control médico, hasta que esté lista para ser dada de alta.

Algunos días después llega el turno de Sandra. Su cirugía también comienza con una lipoaspiración para eliminar el exceso de grasa de su cuerpo. Sin embargo, como el daño en el abdomen de Sandra es mayor que en el de su hija, el cirujano deberá adaptar la técnica al momento de reparar la cicatriz y sólo sacará los excesos laterales de piel.

Tres horas de cirugía llegan a su final. El doctor pudo eliminar bastante grasa de su cuerpo para ayudarla a mejorar su figura. La cicatriz central de su abdomen, sin embargo, no pudo ser retirada por completo, porque no tiene tejido para reponerlo. Pero, a pesar de ello, su aspecto mejoró notablemente... ahora deberá recuperarse.

Alentadores resultados
Luego de dos meses desde sus cirugías, Sandra y Claudia ya están repuestas y listas para volver a Antofagasta... Ahora me siento distinta. Con lo que tenía era como tocar un monstruo en la guata, dice Claudia, quien ya no tiene estrías. Sólo una delgada cicatriz da cuenta de los difíciles momentos que vivió en Perú.

Las mejorías en el caso de Sandra también son evidentes. Ahora su abdomen está plano y logró lo que equivocadamente fue a buscar a Tacna y que casi le cuesta la vida: Estoy feliz, conforme, porque por último me va a quedar una rallita, y me voy delgadita, con figura, como yo quería estar.

Las cirugías practicadas a estas mujeres en Santiago les permitieron lograr los resultados estéticos que tanto anhelaban y borrar las huellas de la operación que puso en serio riesgo sus vidas.

fuente:Canal13.cl