jueves, 28 de noviembre de 2002

Clínica del horror II

CIENTOS de mujeres limeñas que durante los últimos años pasaron por la clínica del Cirujano Plástico Max Álvarez ahora padecen la terrible incertidumbre de no saber qué les hizo este doctor acusado de abusar sexualmente de sus pacientes sedadas.

Como se sabe la perversión del doctor Max Álvarez consistía en citar tarde a sus pacientes, once de la noche más o menos. Las atendía en una salita poco aséptica contigua a su oficina. Tal como se aprecia en el video de la agresión a la vedette Lucy Cabrera, las vestía únicamente con una batita clínica y las hacía recostar sobre un sofá de cuero ubicado bajo un cuadro del Guernica de Picasso.

Allí les aplicaba Pentotal, un potente analgésico que además produce amnesia. Una vez sedadas, abusaba sexualmente con consoladores a los que llamaba `compañeros' y `espechales', según el tamaño (CARETAS 1747).
En una ocasión en que el doctor se olvidó de levantar el volumen de la radio y se escucharon los gritos, las enfermeras de turno llamaron al jefe de seguridad, Antonio Castillo, quien tuvo que romper la puerta para rescatar a una paciente, cuya denuncia por abuso sexual consta en la comisaría de San Antonio.
El incidente no termina allí. El doctor, atemorizado porque las enfermeras en su desesperación por liberar a la paciente le habían dicho que el marido estaba reclamando en la sala de espera, se introdujo en la maletera de su BMW y le ordenó al chofer que lo llevara a su domicilio.

Así de peligrosa y estrambótica era esa clínica del horror, que después del escándalo en video fue visitada por funcionarios del Ministerio de Salud que verificaron no contaba con la asepsia requerida quirúrgicamente. Y, sin embargo, allí se atendían las más bellas misses, modelos y estrellas de televisión. La mayoría de ellas dice no haber tenido, gracias a Dios, ningún problema. Pero otras, como Silvia Caballero, dicen que sí. La actriz de Latin Lover contó lo siguiente: "En una consulta en que me debía poner aminoácidos para tonificar los glúteos, Max me hizo pasar a su oficina, me dijo que me echara en un sillón de cuero, ordenó a las enfermeras que se fueran y cerró la puerta con llave. Iniciando la operación empezó a piropearme. Yo volteé y vi un tremendo bulto bajo su pantalón de médico, por lo que me sentí totalmente incómoda y asustada. Llegué a casa llorando. No se lo había contado a nadie por vergüenza".

El Colegio Médico del Perú, en vez de prevenir a la población, calló durante años sobre el mal comportamiento del doctor Max Álvarez. En esta institución hay por lo menos cinco denuncias en su contra y algunas amonestaciones impuestas pero nunca hechas públicas (CARETAS 1748). En la Fiscalía de la Nación había siete denuncias: algunas por violación de la libertad sexual, otras por lesiones contra pacientes, por hurto agravado y también por tráfico ilícito de drogas. A éstas se suman las dos últimas, por violación de la libertad sexual contra Lucy Cabrera y por homicidio contra la argentina Carla Fabiana Badaracco.

El martes 26 de noviembre Max Álvarez se entregó al Poder Judicial. Vestía saco azul, camisa blanca y corbata plateada. Sollozando rogó a sus custodios que no lo esposaran y también dio su versión. Sobre Carla Badaracco dijo: "Yo estaba enamorado de ella, nos íbamos a casar en diciembre... No la maté... Fue un hecho fortuito". Y sobre Lucy Cabrera: "Era mi pareja y lo que hacíamos eran juegos sexuales que tanto ella como yo disfrutábamos".

Las evidencias no le dan la razón a Max Álvarez. El caso de Cabrera, por ejemplo, no es el único. El testimonio y la denuncia que consta en la 5a Fiscalía Provincial Penal (CARETAS 1747) comprueban que más que "juegos sexuales" se trataba del modus operandi de un violador consuetudinario. En el caso de Badaracco también hay múltiples testimonios que indican que la muerte no habría sido accidental sino fruto de una operación realizada por cuenta propia y sin previo consentimiento de la paciente. Badaracco nunca había hablado de una rinoplastía y su intervención, tal como consta en la declaración de Álvarez ante la Policía, fue practicada sin la presencia del anestesiólogo. Éste, luego de la primera operación de lipoescultura, dio por terminado su trabajo y se retiró.

Según el penalista Mario Rodríguez Hurtado si Max Álvarez es sentenciado en el caso de Carla Badaracco por `homicidio culposo', se estaría aceptando que la muerte fue accidental o por imprudencia, y la pena sería de 4 años no cumplidos en prisión. La otra posibilidad, esperada por los familiares, es que se le sentencie por `homicidio doloso con dolo eventual'. Esta figura, que tiene entre 6 y 20 años de cárcel, se da cuando el victimario ha sido consciente de la posibilidad de un resultado fatal, y habría sucedido por haber aplicado anestesia sin ser anestesiólogo o por operar en estado etílico.

En el caso de Lucy Cabrera cabe la posibilidad de que Álvarez sea sentenciado por `violación con alevosía', que tiene entre 5 y 10 años de cárcel. De ser así, según el abogado Rodríguez, la defensa podría alegar que la `penetración con objeto' no está tipificada como violación en el Código Penal, por más que el artículo 171 hable de `acto análogo'. En cualquiera de los casos primaría la pena más severa.

Al cierre de esta edición el cirujano fue trasladado al penal de Lurigancho. Se le protegió recluyéndolo en `La alcaidía', celda donde sólo entra un reo. Sus abogados han solicitado el cambio de penal para evitar la temida ley de la cárcel.

fuente:www.caretas.com.pe