jueves, 14 de noviembre de 2002

Clínica del horror I

 Muerte en el quirófano de Max Álvarez, el Cirujano Plástico más cuestionado del Perú, destapa múltiples denuncias de mala práctica y delitos contra la libertad sexual.

 DIAS antes de ponerse en manos del cirujano plástico Max Álvarez para ser sometida a una `lipoescultura' -procedimiento quirúrgico por el que el exceso de grasas del cuerpo es succionado y eliminado- Carla Badaracco vivía presa de la incertidumbre. Por un lado estaba feliz, pensaba que perfeccionando su silueta se incrementarían sus posibilidades de ingresar en el mundo del modelaje; pero también estaba asustada. "Un día decía me opero y al día siguiente no me opero" -recuerda Cecilia Paredes, la amiga que la presentó al doctor Álvarez.
Carla Fabiana Badaracco, de 31 años, era una argentina que huyendo de la crisis había llegado a Lima a trabajar como bailarina en un night club. La había animado otro gaucho, Juan Martín Mercado, famoso por ser el novio pródigo de la modelo Laura Huarcayo.
Las dudas de Carla tenían sustento. Recientemente la prensa había difundido testimonios dramáticos de las `víctimas' del doctor Álvarez. Y ella misma había escuchado historias que lo pintaban como un doctor irresponsable, mujeriego y consumidor de drogas. Esto último, según sus amigos, lo había comprobado la propia Carla al hacerse novia de Max Álvarez, de 53 años.
Finalmente, sobre los temores, prevaleció la confianza en la pareja. "Max le había ofrecido hacerle las operaciones que ella quisiera sin costo alguno" -dice una amiga. Además, dos de sus amigas se habían hecho recientemente la misma operación con resultados óptimos. Es así que el jueves 7 de noviembre Carla Badaracco llegó radiante a la clínica ubicada en Roca y Boloña 681, Miraflores. Horas después saldría en una camilla, envuelta en sábanas blancas, con destino a la Morgue Central de Lima.
Si fue negligencia médica o no, eso se está investigando. Lo importante ahora es que el Colegio Médico del Perú actúe ¡de una buena vez! de acuerdo al código deontológico de la profesión y que Max Ismael Álvarez Miranda (C.M.P. 9309), el cirujano plástico de misses, modelos y estrellas de la televisión como Gisela Valcárcel, Leslie Stewart, Marisa Minetti, Mariella Zanetti, Nuria Puig, Paula Marijuán, Carla Barzzoti, Susan León, Charito Barragán, Olga Zumarán y Osvaldo Cattone sea retirado del ejercicio médico porque, según decenas de testimonios y denuncias que no pueden ser materia de confabulación, es una persona enferma y un peligro para los pacientes.

LA CLÍNICA DEL HORROR
Estuvimos en la clínica de Max Álvarez dos semanas antes de la muerte de la modelo argentina. Se trataba de reportar la reconciliación del doctor con una vedette que lo acusaba de haberle colocado un implante mamario de segunda mano. En realidad queríamos aclarar un hecho extraño: una mujer había denunciado que mientras esperaba turno en la referida clínica, le habían introducido en el bolso un papelito que decía: "No se opere aquí. Su vida corre peligro".

Durante la visita constatamos el deterioro del establecimiento. Las enfermeras parecían despistadas aprendices que no diferenciaban entre uno y otro instrumento quirúrgico. Como el doctor se demoraba, las enfermeras lo excusaron en coro: "Se está maquillando". Cuando finalmente se presentó Max Álvarez lucía agitado y desorientado. Hablaba con voz gangosa, que él atribuye a una pancreatitis -enfermedad que no produce disfunciones del habla. Quienes lo conocen creen que esa `lengua pesada' es más bien por consumo de drogas. Otra causa podría ser el uso de sedantes.
CARETAS recogió diversos testimonios sobre los desmanes del cirujano Max Álvarez, pero los involucrados, en su mayoría mujeres, exigieron total anonimato. Otros, simplemente, niegan los hechos. Es el caso de una ex Miss Perú que habría sido violentada sexualmente.
La mayoría de denuncias contra Max Álvarez han terminado con arreglos extrajudiciales y compensaciones monetarias. Pero algunas, las más valientes, siguen su curso en el Poder Judicial.
Una joven de 26 años, cuya identidad mantenemos en reserva, lo ha denunciado en la 5a. Fiscalía Provincial por delito contra la libertad sexual: "Siempre me citaba en su consultorio a las once de la noche, y yo siempre acudía acompañada de mi padre. Una noche mi papá no pudo acompañarme. Álvarez me hizo pasar a su consultorio, me dijo que me quitara la ropa y me pusiera una bata. Luego me anestesió y quedé semiinconsciente. Cuando recuperaba el sentido podía darme cuenta que el doctor Max Álvarez estaba desnudo sobre mi".
Las enfermeras y hermanas María, Mirza y Gina Lazo, y el jefe de seguridad Antonio Castillo, que trabajaron en la clínica del horror durante más de un año, además de otros entrevistados, concuerdan al explicar el modus operandi del doctor Max Álvarez.
"Utiliza pentotal para adormecer y abusar de sus pacientes" -dijeron. El pentotal es un relajante intravenoso de corta duración que produce pérdida de conciencia, relajación muscular, analgesia y amnesia. Durante la Guerra Fría se le conocía como `la droga de la verdad', por ser utilizada con éxito para arrancar declaraciones fidedignas a los prisioneros. "A la hora de abusar de sus pacientes -continúan los testigos- el doctor Max Álvarez se ayuda de adminículos eróticos fabricados por él mismo, que siempre carga en un maletín y que llama `mis compañeros'. Al más grande de todos lo llama `el espechale'. Por eso cuando las afectadas pasan por el médico legista, no se encuentran rastros de semen y las demandas pierden consistencia".
Otra joven de 28 años que también fue víctima de abuso sexual y que coincidentemente es esbelta, de piel blanca, rubia y de ojos claros, como la anterior, relató lo siguiente: "Luego de haber abusado de mí mientras me encontraba bajo los efectos de la anestesia, sentí que me introducía un tubo por las fosas nasales y soplaba un polvo blanco que me despertó y me produjo una sensación pastosa en la boca". El examen médico legal dio como resultado `lesiones recientes' en las partes íntimas, y el examen toxicológico positivo para cocaína y benzodiazepina. El caso también está en la Fiscalía.
Aplicar a escondidas pequeñas dosis de cocaína a sus pacientes tendría como objetivo volver adictas a sus pacientes y hacerse indispensable para ellas. Confirma esta versión una bella estrella de la televisión que contó que en plena consulta el doctor le ofreció licor y cocaína, la misma "que guardaba en pequeños frascos de rollo fotográficos". Otra vedette que también fue operada a precios que no iba a conseguir en otro lugar, contó que tuvo que soportar estoicamente los rozamientos y las mañoserías del doctor mientras era auscultada. "Max Álvarez es ese tipo de doctor que te manda desnudar por un dolor de garganta" -dice. "Es un gran mañoso".
La explicación a esta actitud insana contra las mujeres la dio una mujer que confesó haber canjeado favores sexuales por arreglarse la nariz y aumentarse los senos. "Max Álvarez tiene el defecto genital del micropene". Esta versión, por asombrosa que parezca, fue corroborada por un grupo de ex trabajadores de la clínica.

Pero este problema, que muchos hombres superan a fuerza de voluntad e innovaciones científicas, en el caso de Álvarez constituiría un trauma infranqueable. De allí se derivaría su conocida afición por los `compañeros', los >`espechales'y por pavonearse, gracias a éstos, con supuestas erecciones bajo el pantalón.
Al cierre de esta edición el cadáver de la modelo Carla Badaracco permanecía en la Morgue Central de Lima, a la espera de que sus familiares lleguen de la Argentina. En el Consulado argentino se guarda celosamente una maleta con las pertenencias, álbum de fotos y el diario íntimo de Carla, que podría contener detalles para esclarecer su lamentable y extraño deceso en la clínica de Max Álvarez.

fuente :Caretas.pe
foto: www.gente.com.ar