DIAS antes de ponerse en manos del cirujano plástico Max Álvarez para ser sometida a una `lipoescultura' -procedimiento quirúrgico por el que el exceso de grasas del cuerpo es succionado y eliminado- Carla Badaracco vivía presa de la incertidumbre. Por un lado estaba feliz, pensaba que perfeccionando su silueta se incrementarían sus posibilidades de ingresar en el mundo del modelaje; pero también estaba asustada. "Un día decía me opero y al día siguiente no me opero" -recuerda Cecilia Paredes, la amiga que la presentó al doctor Álvarez.
Carla
Fabiana Badaracco, de 31 años, era una argentina que huyendo de la
crisis había llegado a Lima a trabajar como bailarina en un night club.
La había animado otro gaucho, Juan Martín Mercado, famoso por ser el
novio pródigo de la modelo Laura Huarcayo.
Las
dudas de Carla tenían sustento. Recientemente la prensa había difundido
testimonios dramáticos de las `víctimas' del doctor Álvarez. Y ella
misma había escuchado historias que lo pintaban como un doctor
irresponsable, mujeriego y consumidor de drogas. Esto último, según sus
amigos, lo había comprobado la propia Carla al hacerse novia de Max
Álvarez, de 53 años.
Finalmente,
sobre los temores, prevaleció la confianza en la pareja. "Max le había
ofrecido hacerle las operaciones que ella quisiera sin costo alguno"
-dice una amiga. Además, dos de sus amigas se habían hecho recientemente
la misma operación con resultados óptimos. Es así que el jueves 7 de
noviembre Carla Badaracco llegó radiante a la clínica ubicada en Roca y
Boloña 681, Miraflores. Horas después saldría en una camilla, envuelta
en sábanas blancas, con destino a la Morgue Central de Lima.
Si
fue negligencia médica o no, eso se está investigando. Lo importante
ahora es que el Colegio Médico del Perú actúe ¡de una buena vez! de
acuerdo al código deontológico de la profesión y que Max Ismael Álvarez
Miranda (C.M.P. 9309), el cirujano plástico de misses, modelos y
estrellas de la televisión como Gisela Valcárcel, Leslie Stewart, Marisa
Minetti, Mariella Zanetti, Nuria Puig, Paula Marijuán, Carla Barzzoti,
Susan León, Charito Barragán, Olga Zumarán y Osvaldo Cattone sea
retirado del ejercicio médico porque, según decenas de testimonios y
denuncias que no pueden ser materia de confabulación, es una persona
enferma y un peligro para los pacientes.
LA CLÍNICA DEL HORROR
Estuvimos
en la clínica de Max Álvarez dos semanas antes de la muerte de la
modelo argentina. Se trataba de reportar la reconciliación del doctor
con una vedette que lo acusaba de haberle colocado un implante mamario
de segunda mano. En realidad queríamos aclarar un hecho extraño: una
mujer había denunciado que mientras esperaba turno en la referida
clínica, le habían introducido en el bolso un papelito que decía: "No se
opere aquí. Su vida corre peligro".
Durante la visita constatamos el deterioro del establecimiento. Las enfermeras parecían despistadas aprendices que no diferenciaban entre uno y otro instrumento quirúrgico. Como el doctor se demoraba, las enfermeras lo excusaron en coro: "Se está maquillando". Cuando finalmente se presentó Max Álvarez lucía agitado y desorientado. Hablaba con voz gangosa, que él atribuye a una pancreatitis -enfermedad que no produce disfunciones del habla. Quienes lo conocen creen que esa `lengua pesada' es más bien por consumo de drogas. Otra causa podría ser el uso de sedantes.
CARETAS
recogió diversos testimonios sobre los desmanes del cirujano Max
Álvarez, pero los involucrados, en su mayoría mujeres, exigieron total
anonimato. Otros, simplemente, niegan los hechos. Es el caso de una ex
Miss Perú que habría sido violentada sexualmente.
La
mayoría de denuncias contra Max Álvarez han terminado con arreglos
extrajudiciales y compensaciones monetarias. Pero algunas, las más
valientes, siguen su curso en el Poder Judicial.
Una
joven de 26 años, cuya identidad mantenemos en reserva, lo ha
denunciado en la 5a. Fiscalía Provincial por delito contra la libertad
sexual: "Siempre me citaba en su consultorio a las once de la noche, y
yo siempre acudía acompañada de mi padre. Una noche mi papá no pudo
acompañarme. Álvarez me hizo pasar a su consultorio, me dijo que me
quitara la ropa y me pusiera una bata. Luego me anestesió y quedé
semiinconsciente. Cuando recuperaba el sentido podía darme cuenta que el
doctor Max Álvarez estaba desnudo sobre mi".
Las
enfermeras y hermanas María, Mirza y Gina Lazo, y el jefe de seguridad
Antonio Castillo, que trabajaron en la clínica del horror durante más de
un año, además de otros entrevistados, concuerdan al explicar el modus
operandi del doctor Max Álvarez.
"Utiliza
pentotal para adormecer y abusar de sus pacientes" -dijeron. El
pentotal es un relajante intravenoso de corta duración que produce
pérdida de conciencia, relajación muscular, analgesia y amnesia. Durante
la Guerra Fría se le conocía como `la droga de la verdad', por ser
utilizada con éxito para arrancar declaraciones fidedignas a los
prisioneros. "A la hora de abusar de sus pacientes -continúan los
testigos- el doctor Max Álvarez se ayuda de adminículos eróticos
fabricados por él mismo, que siempre carga en un maletín y que llama
`mis compañeros'. Al más grande de todos lo llama `el espechale'. Por
eso cuando las afectadas pasan por el médico legista, no se encuentran
rastros de semen y las demandas pierden consistencia".
Otra
joven de 28 años que también fue víctima de abuso sexual y que
coincidentemente es esbelta, de piel blanca, rubia y de ojos claros,
como la anterior, relató lo siguiente: "Luego de haber abusado de mí
mientras me encontraba bajo los efectos de la anestesia, sentí que me
introducía un tubo por las fosas nasales y soplaba un polvo blanco que
me despertó y me produjo una sensación pastosa en la boca". El examen
médico legal dio como resultado `lesiones recientes' en las partes
íntimas, y el examen toxicológico positivo para cocaína y
benzodiazepina. El caso también está en la Fiscalía.
Aplicar
a escondidas pequeñas dosis de cocaína a sus pacientes tendría como
objetivo volver adictas a sus pacientes y hacerse indispensable para
ellas. Confirma esta versión una bella estrella de la televisión que
contó que en plena consulta el doctor le ofreció licor y cocaína, la
misma "que guardaba en pequeños frascos de rollo fotográficos". Otra
vedette que también fue operada a precios que no iba a conseguir en otro
lugar, contó que tuvo que soportar estoicamente los rozamientos y las
mañoserías del doctor mientras era auscultada. "Max Álvarez es ese tipo
de doctor que te manda desnudar por un dolor de garganta" -dice. "Es un
gran mañoso".
La
explicación a esta actitud insana contra las mujeres la dio una mujer
que confesó haber canjeado favores sexuales por arreglarse la nariz y
aumentarse los senos. "Max Álvarez tiene el defecto genital del
micropene". Esta versión, por asombrosa que parezca, fue corroborada por
un grupo de ex trabajadores de la clínica.
Pero este problema, que muchos hombres superan a fuerza de voluntad e innovaciones científicas, en el caso de Álvarez constituiría un trauma infranqueable. De allí se derivaría su conocida afición por los `compañeros', los >`espechales'y por pavonearse, gracias a éstos, con supuestas erecciones bajo el pantalón.
Al
cierre de esta edición el cadáver de la modelo Carla Badaracco
permanecía en la Morgue Central de Lima, a la espera de que sus
familiares lleguen de la Argentina. En el Consulado argentino se guarda
celosamente una maleta con las pertenencias, álbum de fotos y el diario
íntimo de Carla, que podría contener detalles para esclarecer su
lamentable y extraño deceso en la clínica de Max Álvarez.
fuente :Caretas.pe
foto: www.gente.com.ar