martes, 14 de abril de 2009

Una mala práctica de abdominoplastía dejó a la bailarina Kínder con el abdomen destrozado

Han pasado seis meses desde entonces, no guarda odios, sin embargo, pide justicia y un castigo El 5 de noviembre del 2008, Kínder ingresó al quirófano para someterse a una operación de abdominoplastía. Se puso en manos de Armando Monarmédico asimilado de la Policía Nacional, quien acambio de 2 mil dólares prometió a la bailarina dejarla con un vientre plano y medidas perfectas. Pero los resultados fueron adversos.

-¿Qué pasó?
La operación duró dos horas, no recuerdo nada porque estaba sedada, pero cuando terminaron de operarme me sentí la mujer más feliz del mundo. Pensé que se iniciaba una nueva vida para mí, y me equivoqué. Al poco tiempo el vientre se me hinchó, parecía una mujer embarazada de tres meses; la piel se me oscureció y la cicatriz que me dejaron creció al punto que parecía una mandarina. Pensé que todo eso era normal. Recién, una semana después, empecé a sentir fuertes dolores y busqué al doctor que me operó.

-¿Qué te dijo?
Que estaba bien, que era parte del proceso de recuperación. Le expliqué que el dolor no me permitía sentarme ni caminar, hasta las corrientes de aire me provocaban dolor, pero no le importó, me dijo que no tenía por qué preocuparme.

-¿Cuándo te diste cuenta que habías sido víctima de una mala práctica quirúrgica?
Cuando a los dos meses me vino una hemorragia, mi pareja -que ha estado a mi lado todo el tiempo- me llevó a la clínica San Pablo, me diagnosticaron infección generalizada y me pidieron 10 mil soles para poder atenderme. Como no tenía fuimos al hospital Santa Rosa, ahí me dijeron que no podían hacerse cargo de mí, que el problema lo tenía que resolver el médico que me había operado. Buscamos a Monar, después de varias horas y cuando yo ya estaba inconsciente y al borde de la muerte, me atendió.

-¿Pero con esa operación no terminó tu calvario?
No. Estuve en coma varios días. Ahí descubrí que el doctor Monar no me había operado solo, lo hizo con otro médico, el doctor Ricardo Kouri, quien luego se hizo cargo de una parte de mi tratamiento, hasta que en Ajá salió la noticia de mi grave estado de salud, y supongo que por temor a que lo denuncié se abrió. Me han hecho tres operaciones, y 23 microcirugías, además de despigmentadores de piel y tratamientos con cámaras hiperbáricas. Gracias a Dios la herida cerró, pero sigo con el abdomen desfigurado. No sabes lo que daría por volver a ser la misma de antes, no tienes idea de cómo me siento.

-¿Cuándo fue la última vez que viste a Monar?
Hace cuatro meses. Desde entonces parece que la tierra se lo hubiese tragado.

-¿Si lo tendrías al frente qué le dirías?
Le preguntaría por qué me hizo esto. Aunque no lo creas no lo odio, le he perdonado todo: le perdoné que por su culpa me haya quedado desfigurada, que haya perdido varias propuestas de trabajo. Le perdoné que mi hija tenga una cicatriz de muslo a muslo porque no tenía a su madre al costado (sufrió un accidente, se cayó de un columbio). Le perdoné que me haya quedado endeudada por el tratamiento, pero pido una explicación.

-¿Crees que puedas volver a ser la misma de antes?
No sé, lo único que sé es que tengo temor a enfrentarme a la realidad. Ese hombre me dejó prácticamente minusválida.

-¿En estos últimos 6 meses alguna vez la depresión te llevó a atentar contra tu vida?
En el segundo mes, empecé a tomar sedantes para estar calmada, sólo quería dormir y olvidarme de todo, estaba harta, no podía más.

fuente:Diario Aja.pe